domingo, 21 de mayo de 2017

El susto de Darwin.

Por Diego García

“En lo tocante a la ciencia, la autoridad de un millar no es superior al humilde razonamiento de una sola persona.” – Galileo Galilei

Hablemos de Charles Darwin. Le conoces, ¿no? Seguramente te suene por la teoría de la evolución, o por su libro El origen de la especies. Probablemente sepas de sus estudios con los pinzones o de su viaje en el barco Beagle. Pero… ¿qué más sabes de él? Déjame que te cuente.
Tras el viaje con el Beagle, en Londres en 1836, Darwin ya tenía cierto prestigio entre los científicos por la cantidad de animales que enviaba. Allí escribió algunos artículos y entabló amistad con Charles Lyell y Joseph Dalton Hooker. En 1838 leyó un artículo de 1798 que decía que las poblaciones se mantienen estables y que solo los más fuertes sobreviven. Darwin, pensando, concluyó que no son los más fuertes los que sobreviven, sino los que hacen las cosas mejor: el que más corre, el que se camufla mejor, etc. Sin embargo, hasta 1844 no acabó de escribir un libro, que tituló Ensayo, en el que presentaba algunas de las ideas que luego desarrolló en El origen de las especies. Pero no lo publica, ¡lo guarda!
En 1858, recibió de Alfred Russel Wallace  una carta y un artículo. En él, Wallace “pisaba” las ideas que había escrito en su Ensayo… Después de 20 años de trabajo ¡se le iban a adelantar! Aun así, Darwin remitió el artículo a Lyell, como pedía Wallace, pero también mandó su Ensayo. Al mismo tiempo, Darwin se apartó de la vida social porque dos de sus hijos enfermaron gravemente. De hecho, el menor acabó muriendo.
Ante la inactividad de Darwin, sus amigos Lyell y Hooker decidieron exponer los resultados de ambos, eso sí, mostrando el libro de Darwin primero, respetando el orden en el que se había escrito pero sin quitar mérito a Wallace. 


Wikimedia commons. Ambas caras de la medalla entregada a Wallace en 1908 en la Sociedad Linneana por la celebración del 50 aniversario de la presentación de los artículos de Darwin y Wallace sobre selección natural. Arriba se muestra a Darwin y abajo, a Wallace.

Después de ese susto, ahora sí, Darwin escribió en apenas unos meses El origen de las especies.

Basado en la charla El origen del origen del Dr. Fernando Pardos Martínez.

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